Mayo 2020 — pg. 27
“¡Seif!” (seguro), resuena el grito del ampáyer
mientras el pie del corredor pisa la primera base tan
sólo en una milésima de segundo antes de que la bola se
introduzca en el guante del primera base con un sonoro
“¡whap!”. El corredor está seguro sólo por su posición en
un punto preciso. Si su pie se desvía de la base, no estaría
seguro.
Se habla mucho en
nuestros días sobre la
seguridad. Cuando yo
era niño, dejábamos caer
las tapas de nuestros
botes de soda mientras
nos la tomábamos. Nos
subíamos a la parte
trasera de las camionetas
pickup y jugábamos en el
bosque todo el día sin que
nadie nos supervisara.
Actualmente, especialmente en este momento definido como
de coronavirus, hablar de seguridad es un tópico de todos
los días. Ahora llevo una mascarilla a la tienda de abarrotes
para estar seguro. ¿Para qué una mascarilla? ¿En serio? Sí, en
serio, porque mis acciones juegan un papel en el bienestar
general de la humanidad.
Tus acciones juegan un rol en el bienestar general de la
humanidad. Estamos aprendiendo de nuevo todo esto. Los
días de “haz lo que quieras, siempre y cuando no perjudiques
a nadie más” (aunque no era verdad) ha demostrado no
ser verdad en todo un nuevo nivel. Se ha necesitado un
virus para reiniciar nuestra manera de pensar y ver cómo
nosotros, como miembros de la comunidad humana, nos
sentimos cómodos, aunque otros se consideren a un nivel
superior a nosotros. ¿Pero cuáles son los límites? Como
esta edición de REVISTA LUZ Y VIDA se titula Sexualidad
Santificada, y la palabra “santificada” significa “apartada”, es
correcto si enmarcamos nuestra sexualidad en sumisión a
Jesucristo.
La sola idea de seguir a Jesús significa que estamos
cargando una cruz, sirviendo, dando, siendo imitadores
de Cristo. ¿Qué significa eso para nosotros? Significa que
todo lo que tiene que ver con nosotros está en sujeción a
la voluntad de Dios. Yo no he descubierto una sola área de
mi propia vida que Jesús la vea como externa, o que sea
libre de sujeción a Su control. Sí, tengo luchas para estar
seguro, pero nunca me sentiré absuelto de ningún pecado
que necesite ser rendido.
Nuestra sexualidad no está exenta. La gran tripleta
de la modernidad es dinero, sexo y poder. A la vez que
es aceptable hablar de los males del amor al dinero, y las
opiniones sobre quién detenta el poder, abusa del poder y lo
ejerce son parte de toda conversación racial, y relacionada
con el gobierno, de alguna manera se vuelve tabú decir
que nuestra sexualidad es importante para Dios y debe ser
sujeta a Su voluntad, igual que nuestro dinero y poder.
Todos somos conscientes de las maneras aparentemente
incontables en que ha sido pervertida la sexualidad. El
sexo seguro es el sexo que se rinde. Dios claramente ha
revelado que la expresión sexual está reservada para la
unión marital de un pacto entre un hombre y una mujer.
Toda expresión fuera de esos límites no sólo es insegura,
es pecado. El pecado sigue dañando a este mundo y a los
demás dentro del mundo. El pecado es lo que llevó a Jesús
a morir, y morir en Jesús es lo que nos lleva a la vida. La
muerte al yo – santificación – por necesidad demanda la
inclusión de todo nuestro ser, incluido el sexo. Sabemos
cómo daña a las personas el abuso del poder, y sabemos
cómo el abuso del dinero daña a las personas, pero hemos
sido engañados para que creamos que el abuso del sexo (al
menos selectivamente) ya no daña a las personas. Todo el
sexo fuera del diseño marital del pacto de Dios es dañino
para toda la familia humana.
El Obispo Emérito David Kendall, con el respaldo de
la Junta de Obispos, formuló el documento de posición
de la IMLUSA publicado en esta revista. Él no solo señala
los problemas de la actividad sexual, pero también la de la
vergüenza de la sociedad sobre la inactividad sexual. Yo te
animo a que vayas y leas los puntos cruciales en contexto
que se encuentran en la página 4 del documento.
Ríndelo. “Todo a Cristo yo me rindo, todo rindo en
libertad. Los placeres he dejado, Y agradarle sólo a él. Todas
las personas que encuentran la vida en Cristo deben
atravesar la puerta de la rendición (entrega). Todos hemos
pecado, todos tenemos un pecado que nos ataca muy
fácilmente, y todos debemos caer de rodillas ante el Señor
de señores con las manos extendidas.
Desde Jeremías 7:8-10 hasta las cartas a las Iglesias en
el Apocalipsis, encontramos advertencias al pueblo de Dios
que se siente inseguro.
El punto de vista de Dios sobre la sexualidad no es lo
que el mundo conoce como “sexo seguro”, sino más bien es
la seguridad en la entrega.+
“Tus acciones
juegan un
rol en el
bienestar de
la humanidad”.
Brett Heintzman es el editor de LUZ Y
VIDA, por medio de su rol como director de
comunicaciones de la Iglesia Metodista Libre
– USA, donde también sirve como sub director
del Ministerio Nacional de Oración. Visita
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