Mayo 2020 — pg. 17
La Rev. Dra. Sheila Houston ha sido entrevistada
en la televisión nacional y en auditorios
de mega iglesias. Su conocimiento y valentía le
han atraído la atención de políticos, periodistas y
especialistas.
Pero los primeros años de la vida de Houston
estuvieron lejos de los reflectores. Ella creció en una
familia de 14. “Casi no conocí a mi padre siendo
niña ya que desapareció”, dijo Houston durante una
entrevista con LUZ Y VIDA, en la que recuerda que
su padre le dio una chaqueta de cuero. “Después de
eso, ya no recuerdo que mi padre estuviera cerca
en mi niñez. Sin embargo, en mi vida adulta, tuve
tres breves encuentros con él antes de su muerte. Yo
anhelaba tener a mi padre en mi niñez y en mis años
de adolescencia”.
En una competencia de saltos al estilo de
Supermán con sus hermanos, ella dio el salto más
largo, se estrelló en el cristal de una puerta, y fue
llevada al hospital.
“Terminé echando a perder mi vista, y con el uso
de lentes, y no solo terminé usando lentes, tuve que
usar lentes gruesos”. Se burlaban de ella y la llamaban
“cuatro ojos”, hasta que eventualmente dejó de usar
sus lentes, aunque no podía ver bien.
Siendo una adolescente, camino de la escuela
hacia su casa con amigos, sintió que algo golpeó su
cabeza, su rostro se llenó de sangre. Más tarde supo
que una munición de un rifle se alojó en su cabeza,
y el médico dijo que por el lugar donde se alojó el
proyectil estuvo a punto de morir.
“En el curso de mi vida, he estado a punto de
morir en 13 ocasiones, pero Dios…”. dijo Houston,
quien le da el crédito a Dios por protegerla.
ml
Su madre asistía a una iglesia Bautista la mayoría de
los domingos, y ocasionalmente ella la acompañaba,
pero esas visitas no sirvieron de mucho.
“Cada vez que mis hermanos y yo llegábamos,
parecía que el pastor no preparaba ningún mensaje”,
ella recuerda: “Cuando llegamos, él solo habló de
nosotros, y eso definitivamente no fue alentador “.
Casada en su Adolescencia/En el Tráfico
Cuando llegó a la adolescencia su madre le decía
que no fuera a resultar embarazada, ella respondía
que, si acaso eso sucediera, se casaría con el padre
de la criatura.
Comenzó a salir con un adolescente un poco
mayor, y él le compró una chaqueta gris de piel.
“Después de comprarme aquella chaqueta, luego
me pidió algo más”, recuerda. “Yo pensaba que era
buen muchacho. Quería que viviéramos juntos, así
que terminamos viviendo juntos, y después de eso,
terminamos casándonos”.
Tenía solo 16 años y asistió a la corte como una
novia embarazada, y los recién casados tuvieron una
noche de bodas bastante inusual.
“Él se fue a casa de su madre, y yo me regresé a la
mía”, dijo: “No nos fuimos a vivir juntos hasta que
una de mis hermanas mayores nos consiguió un
apartamento”.
“Él comenzó a hablar acerca de que nos hacía
falta dinero, de modo que fue entonces que quiso
que yo comenzara a trabajar en las calles”, dijo: “No
lo llamamos tráfico humano entonces, pero resulta
que eso era”.
Comenzó a trabajar en el área de Seattle en la
que los hombres pasaban en sus autos solicitando
comprar sexo.
A mí nunca me gustó, y puedo recordar que había
algo dentro de mí que no le agradaba este modo de
vivir”, dijo Houston, quien luego añadió que igual
que otras víctimas del tráfico humano, ella se decía a
sí misma que ella amaba a su esposo que la vendía, y
que estaba creando una vida mejor para su familia.
“Eso es lo que dice la mayoría de las víctimas del
tráfico sexual”.
Una noche, un hombre la sacó de su casa, la llevó
“En el curso de mi
vida, he estado a
punto de morir en
13 ocasiones, pero
Dios...”
Eres
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