Diciembre 2020 — pg. 25
Nuestra tendencia con el Adviento es el de mirar al
pasado en busca de un camino hacia el futuro, pero el
Adviento es primero una muerte de nuestros viejos
caminos, Estamos, expectantes por Cristo, por Emanuel,
para que Dios esté con nosotros (Mateo 1:23). Traemos
nuestros anhelos, nuestras heridas y nuestros traumas, y
sea que lo sepamos o no, llevamos nuestras expectativas
por Aquel que nos ha de salvar.
Nos gusta la metáfora e imagen del héroe. De Rocky
Balboa a Luke Skywalker, de Cenicienta a Moana, de
Odiseo a Frodo, somos atraídos hacia los que llevan a sus
hombros grandes cargas, vencen obstáculos insuperables,
o van desde principios humildes a lugares de honor. ¿No
es eso lo que pensamos de Jesús? El profeta Isaías describió
al Mesías que había de venir como Admirable, Consejero,
Príncipe de Paz, Un Padre Todopoderoso, y alguien sobre
cuyos hombros descansará el gobierno (Isaías 9:6-7).
Es seguro decir que los judíos del primer siglo
esperaban un rey, un guerrero justo y un héroe de ese
tipo. Pero “sólo el nacimiento puede conquistar la muerte
– el nacimiento, no de las cosas viejas otra vez, sino de
algo nuevo”.
La Metáfora y el Verbo
En el Adviento, esperamos un Salvador cuyo nombre
“está sobre todo nombre (Filipenses 2:9), pero sólo
podemos hablar de manera metafórica de un Dios cuya
“grandeza es insondable” (Salmo 145:3). Las metáforas
que nosotros usamos impactan la manera en que nos
relacionamos con Dios. ¿Cómo llamas a Dios… un
Consejero, Rey, Madre, Padre o Salvador?
¿Es acaso una metáfora el nombre de “Dios”? La
pronunciación original de la palabra hebrea YHWH se
perdió después de que los judíos consideraron esta palabra
para Dios como demasiado santa para pronunciarse en
voz alta. En las palabras del sacerdote católico y autor
Richard Rohr: “Algunos dirán que el nombre de Dios
literalmente no se puede ‘mencionar’, sólo se puede
‘exhalar’.
El profesor de Literatura, Joseph Campbell escribió que
“la metáfora de un período históricamente condicionado .
. . no les puede hablar a personas que viven mucho después
de aquel momento histórico” con generaciones diferentes
“formadas por diferentes experiencias reunidas”.
“Y aquel Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”
(Juan 1:14 RVR1960), y el Verbo (Palabra) se tiene que re
encarnar en nuestro tiempo, nuestro momento histórico,
y encarnarse en nuestras metáforas.
Jesús Nuestro Iniciador
Jesús nos dijo muchas cosas. Cosas como: “Quien no
nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3).
O “Yo soy el camino la verdad y la vida. Nadie viene al
Padre sino por mí” (Juan 14:6).
Estos versículos nos ofrecen imágenes y el lenguaje de
la iniciación. Yo defino la iniciación como un proceso
dado, o evento de la vida por el cual una persona se
transforma o comienza un peregrinar de transformación.
Toda la vida de Jesús es una vida de iniciación, y esta es la
vida a la que Él nos está invitando: “Si alguien quiere ser
mi discípulo, tiene que negarse a sí mismo, tomar su cruz
y seguirme” (Mateo 16:24).
Campbell también escribió que la iniciación “se
distingue por los ejercicios formales y usualmente
muy severos de separación, de aquí le mente se separa
radicalmente de las actitudes, añadidos y patrones de
vida del escenario que queda atrás”. Pablo lo explica de
esta manera: “Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es
una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado. Ha llegado ya lo
nuevo! (2 Corintios 5:17).
En verdad, Jesús es tanto nuestro Salvador como
nuestro Iniciador, pero por cuanto la salvación nos separa
de algo, la iniciación nos acerca a algo. Requerimos las
dos, pero somos profundamente transformados a la
imagen de Cristo por experiencias de pérdida, separación
y desorientación. Ser humanos significa ser sumergidos
en la iniciación, y es difícil saber cómo nos acercamos
a un Salvador si ser “salvos” es lo último que sentimos.
Necesitamos un Iniciador que conoce el camino, el que es
El Camino, un Buen Pastor (Juan 10:11) que camina con
nosotros en las sombras (Salmos 23:4).
Nuestra iniciación en el Adviento nos separa de los
viejos buenos tiempos del pasado y los días de gloria del
futuro, y Cristo nuestro Iniciador sigue estando listo para
guiarnos hacia la nueva vida, “no la de las cosas viejas
otra vez, sino de algo nuevo”.
Reflexión
¿Qué metáfora de Dios te parece vacía y sin vida? ¿Hay
alguna metáfora que esté emergiendo?
¿Dónde te está iniciando la vida? ¿Qué te ofrece la
metáfora de Jesús como Iniciador?+