sabiduría. Me propuse más bien, estando entre ustedes,
no saber de cosa alguna, excepto de Jesucristo, y de este
crucificado. Es más, me presenté ante ustedes con tanta
debilidad que temblaba de miedo. No les hablé ni les
prediqué con palabras sabias y elocuentes, sino con
demostración del poder del Espíritu, para que la fe de
ustedes no dependiera de la sabiduría humana, sino del
poder de Dios” (1 Corintios 2.1-5).
Conectemos los puntos. Pablo viene a la iglesia de
los corintios en debilidad, gran temor, y temblando. La
conexión directa es esta: El triple play de la debilidad,
gran temor, y temblando es una demostración del poder
del Espíritu.
El Espíritu no tenía más poder sobre Jesús que
cuando Él oraba y temblaba en el jardín de Getsemani
sometiéndose a la voluntad del Padre. Muriendo al yo
– que viene a ser la esencia misma de la santidad – es
una demostración del poder del Espíritu. Por eso Pablo
podía decir: “Me propuse no saber nada … excepto a
Jesucristo y a este crucificado”. El “conocimiento” de
Pablo era experiencial, no informacional. La misma
cruz incrustada en Jesús desde la fundación del mundo
estaba incrustada en Pablo. Pablo decidió llevar la cruz
que Jesús lo invitó a llevar, ¡y esto lo necesitamos hoy!
Decidir llevar la cruz de Cristo es incrustarla en tu vida
de tal manera que transforme cada conducta, cada
decisión, cada acción, cada palabra, cada emoción, y
cada acción que surja de nuestras vidas.
¿Está la cruz incrustada en ti? ¿Está informando tu vida
esta Navidad? ¿Estás tratando de escapar del COVID —
rehusándote a abrazar las dificultades que nos ha traído
a nosotros, o a abrazar a la cruz? Abrazar la cruz es el
poder mismo de Dios hacia los que somos salvos. Para
ser humildes, débiles, con temor, y temblando es una
demostración del poder del Espíritu. De modo que,
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¿Cuáles pasos podemos dar para esforzarnos en la
cruz en este Adviento?
Tres Maneras de Enfocarnos en
la Cruz en Este Adviento
Abraza el mensaje de la cruz
Para Pablo, el abrazo a la cruz llegó en el camino a
Damasco. En la cegadora luz de la aparición de Jesús,
Pablo es confrontado y llamado. Podemos invitar dicha
confrontación y llamado como nosotros queramos.
Podemos orar: “Jesús, que tengo en mí que debe ser
confrontado y resuelto? ¿Qué emociones, terquedad,
egoísmo o angustia me falta clavar en la cruz?”
Las prioridades de nuestras vidas son dictadas por las
cosas que abrazamos. Todas
las cosas en nuestra vida van
tras de nuestros “amores” más
profundos. Nuestro dinero,
nuestro tiempo y nuestro
todo intencional va tras los
objetos de nuestros deseos
más profundos. Abrazar
la cruz es un deseo, no un
problema. Es un beneficio,
no un flagelo. Es un acto de
amor, no una obligación.
Esta Navidad todos
queremos abrazar al niño,
pero ¿optaremos por abrazar
a la cruz que fue determinada
desde antes del principio
de los tiempos – que fue
incrustada en la vida misma
del niño Jesús?
“La cruz debe
tener todo lo
nuestro para
que nosotros
tengamos todo
lo de ella”.
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