Diciembre 2020 — pg. 7
No es fácil resumir eventos importantes,
pero si tuviera que resumir la historia
de Navidad, se podría hacer son una sola
palabra…. ¡SI! El nacimiento de Jesús que
se desarrolla en las páginas de la Escritura
siempre es con un ¡SI!
José dijo sí. María dijo sí. Los pastores
dijeron sí. Lo más importante, Dios dijo ¡si!
La Escritura nos presenta muchos
ejemplos de personas que dijeron si cuando
Dios las llamó. Con frecuencia la invitación
no incluye los detalles, de modo que el
futuro siguió siendo incierto. El llamado
de Dios es para responder en obediencia
y andar por fe.
Hebreos 11:8 señala el incierto
futuro del llamado de Abraham: “Por
la fe Abraham cuando fue llamado
a un lugar que más tarde recibiría
como herencia, obedeció sin saber
a dónde iba”.
¿”Sin saber a dónde iba”?
¿Cómo habría sido tu
respuesta? Yo le habría pedido
a Dios más detalles.
Abraham no era perfecto.
Tenía fallas y era humano
igual que nosotros, pero
Dios lo llamó, Abraham
dijo ¡sí!
María pudo haber
dicho no. Ella era una
joven adolescente.
Podía haber
pensado: “Me
siento abrumada
por lo que se me
ha pedido. …
José nunca me
va a creer. …
No puedo
hacer esto”.
Eso no fue lo que María dijo. Lucas 1:38
registra la respuesta de María: “Soy la sierva
del Señor”, respondió María: “Hágase conmigo
conforme a tu palabra”. ¡María dijo sí!
Laurie Pawlik-Kienlen comenta, “No
importa lo que María enfrentaba, ella decidió
participar en los planes de Dios, lo mismo
que Ana siglos antes, ¡cantó sí! a Dios,
aunque no tenía idea de lo que le deparaba
el futuro. Cuando el ángel Gabriel le apareció
a ella la primera vez, ella dijo: ‘Sí Señor’ a la
posibilidad de perder a su prometido y vivir
en la desgracia como una madre soltera. Ella
dijo sí a una nueva época desconocida en su
vida, no decidida por ella. Sin embargo, María
no tenía idea de lo que estaba aceptando, pero
le abrió el camino al sí más grande de su vida”.
La ilegitimidad en su mundo era
impensable. Una adolescente soltera con un
bebé era ridiculizada y menospreciada, y su
hijo sería rechazado.
Martín Lutero, citando a San Bernardo
de Claraval, vio tres grandes milagros en la
natividad de Jesús: 1. La encarnación. 2. El
nacimiento de la virgen. 3. La obediencia de
María. Lutero considera la disposición de
María a obedecer a Dios como el más grande
de los tres milagros. Significaba aflicciones,
alienación, malos entendidos, y pérdida de
su reputación. María estaba muy consciente
del significado que tenía su sí. Esta joven
adolescente estaba dispuesta a hacer a un lado
su reputación porque había oído de Dios.
El nombre de María, en el hebreo significa
“rebelión” o “desobediente”, pero su respuesta
fue de completa sumisión y obediencia a las
palabras del ángel y la fidelidad de Dios. Su
humilde entrega al plan de Dios alteraría su
vida y traspasaría su alma.
Cuando José y María llevaron al niño Jesús al
templo para ser circuncidado, se encontraron
a Simeón y Ana. Simeón, quien se describe
en Lucas 2:25 como “justo y piadoso”, le dice
“Los maravillosos
eventos del nacimiento
de Jesús sucedieron por
la disposición de todos a
decir sí.”
December
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