
Diciembre 2020 — pg. 15
E s diciembre, y ya nos encontramos en medio de
la temporada de Adviento — encendiendo velas
y participando en figuras de pesebres, ángeles,
pastores y una brillante estrella. ¿Por qué hablamos de la
cruz en la época de Adviento? Dicho de manera sencilla:
La cruz estuvo presente en el nacimiento de Jesús.
Me parece muy interesante que las cartas de Pablo en
la Biblia no se enfoquen principalmente en el Adviento,
y ni siquiera en el nacimiento de Cristo. Recordemos,
las circunstancias que rodearon el nacimiento de Jesús
se nos dan como prueba — innegable evidencia de que
la profecía se había cumplido y el Mesías había llegado.
Pero para Jesús, la cruz precedió a Su nacimiento, y, por
tanto, sirve como marco en cada detalle de la historia
de Belén. La real y verdadera esencia de la historia de
la Navidad es Jesucristo: “el Cordero que fue sacrificado
desde la fundación del mundo” (Apocalipsis 13:8c).
Cuando vemos a Jesús como sacrificado cuando la
tierra fue creada, vemos el nacimiento como algo
necesario, pero sólo como un camino hacia la cruz, que
está incrustada en Su vida.
La cruz es la “estrella” de la Navidad. Esta verdad
sostiene una realidad para los que seguimos a Jesús –
una realidad para nuestra manera en que vivimos, no
en la manera en que celebramos. Mientras que algunas
personas llenan las redes sociales con memes sobre
mantener a Cristo en la Navidad, yo quisiera sugerir
que mantengamos la cruz en la Navidad.
Al estudiar la primera carta de Pablo a los
Corintios – una iglesia corría frenéticamente
en la disfunción y la ambición egoísta –
las instrucciones que han recibido
y la corrección que reciben se
enmarca totalmente en la
cruz. Ha sido traído a la
atención de Pablo que
las personas están
escogiendo a
su pastor
estrella,
su pastor favorito, y diciendo que ellos siguen a esa
persona.
La primera mención de Pablo de lo que se convierte
en una poderosa narrativa sobre la cruz se encuentra
en el capítulo uno, versículo 13, cuando retóricamente
él pregunta: “¿Fue crucificado Pablo por ustedes?” ¿Por
qué no pregunto: “¿Nació Pablo para ti” o “Resucitó
Pablo por ti?” Existe algo acerca de la cruz sobre lo
que necesitamos aprender y poner atención, porque
es poderoso y nos vivifica al celebrar el Adviento en
medio de una pandemia.
El coronavirus ha causado que muchos de nosotros
nos reflejemos en la iglesia de los corintios. Seguimos
a ciertos expertos en COVID a quienes preferimos,
queremos las cosas a nuestra manera, y actuamos con
arrogancia y egocentrismo. La iglesia de los corintios
quería las cosas a su manera. Eran testarudos y tercos,
arrogantes y egoístas.
Ellos no tenían ninguna pista, y Pablo les dio las
pistas que necesitaban. El consejo de Pablo no era que
se enfocaran en el nacimiento de Jesús, ni siquiera en
la resurrección. Era en la cruz. Por lo tanto, nuestro
consejo para esta Navidad no debe ser que sigamos la
historia del nacimiento, sino la historia de la muerte
de Jesús. ¿Por qué? Podríamos usar una buena dosis de
morir-al-yo en esta Navidad.
“Me explico, el mensaje de la cruz es una locura
para los que se pierden; en cambio, para los que salvan,
es decir, para nosotros, este mensaje es el poder de
Dios” (1 Corintios 1:18). Pablo presenta esto para la
iglesia corintia que se ha desviado. Ellos pensaban que
su “poder” estaba en escoger el pastor superestrella
correcto para seguirlo, recibir y utilizar el mejor
don del Espíritu Santo, tener la voz más fuerte en su
adoración. No. Ninguno de estos son su “poder”. Pablo
les recuerda a ellos y a nosotros, que nuestro poder — el
mismo poder de Dios — se encuentra en el mensaje de
la cruz. Este es un mensaje vivo, no solamente palabras.
Este es un mensaje vivo que se enmarca y alimenta
nuestra condición de “ser salvos” no solo para hablarse
de ella el Viernes Santo. Pero Pablo no se detiene allí.
Continúa explicando cómo su propia vida ejemplifica
el mensaje de la cruz.
“Yo mismo, hermanos, cuando fui a anunciarles el
testimonio de Dios, no lo hice con gran elocuencia y