Septiembre 2020 — pg. 29
¿Qué daño puede provenir
de una conversación lateral
descontenta en la iglesia?
Después de todo, somos solo un par de nosotros que
necesitamos desahogar nuestras frustraciones por algunos
problemas en la iglesia. Nos entendemos y estamos de acuerdo.
Sorprende lo ciegos que podemos ser al tsunami que se crea
con las más pequeñas semillas que causan división. Posiblemente
esa es la razón por qué el Apóstol Pablo le dijo a Timoteo: “El
que cause divisiones, amonéstalo dos veces y después evítalo,
puedes estar seguro de que ese individuo se condena a sí mismo
por ser un perverso pecador” (Tito 3:10-11).
¿Qué está en juego como resultado de la secrecía impura en
la iglesia? ¡Mucho! El nombre de Cristo está sujeto al desdén,
el testimonio de la iglesia en la comunidad es manchado, y el
testimonio de la congregación local rompe la confianza con
la comunidad en la que quiere ministrar. Las contiendas en la
iglesia y las divisiones no suceden sin dejar daño.
Aquí tenemos cuatro peligrosas cosas destructivas y de larga
duración que les suceden a individuos, y las iglesias locales a
las que pertenecen, cuando nos involucramos en posiciones
impuras y divisivas.
”Abrimos la puerta al
“pecado que está al acecho”.
Dios le dijo a Caín cuando su corazón se llenó de ira en contra
de Abel por sus ofrendas: “Si hicieras lo bueno, podrías andar
con la frente en alto. Pero si haces lo malo, el pecado te acecha,
como una fiera lista para atraparte. No obstante, tú puedes
dominarlo” (Génesis 4:7).
Al pecado le gusta acechar en tu puerta, y quiere apoderarse de
ti. Mantente en alerta antes de que consientas en conversaciones
impías. Lleva tus quejas delante del Señor y pídele en oración:
“Señor. ¿Es esto digno de conversación con otras personas, o es
el pecado que está acechando a mi puerta?”
Nosotros hacemos alianzas divisivas.
Absalón, el hijo del Rey David, consintió en conspirar en contra
de su propio padre. En 2 Samuel 14 y 15, las Escrituras registran
toda una historia que incluye la expulsión de Absalón, de
Jerusalén, sólo para regresar y eventualmente reunirse con su
padre. ¿Cómo corresponde Absalón al beso que su padre le da?
Con un complot para destruirlo. Todos los días Absalón se ponía
a las puertas de la ciudad e interceptaba las personas que iban en
busca de justicia de parte del rey. Así es como terminaba: “Esto
hacía Absalón con todos los israelitas que iban a ver al rey para
que les resolviera algún asunto, y así fue ganándose el cariño del
pueblo” (2 Samuel 15:6).
Cuando nos involucremos en conversaciones impías,
dividimos la lealtad y formamos “campos” – alianzas divisivas.
Antes de hacer cosas así, deberíamos de orar: “Señor, ¿estoy
unificando a las personas en torno a la lealtad hacia ti, o hacia
mí?”
Nosotros desobedecemos la Escritura.
Jesús nos hace el siguiente encargo: “Si tu hermano peca
contra ti, ve a solas con él y hazle ver su falta. Si te hace caso, has
ganado a tu hermano. Pero si no. Lleva contigo a uno o dos más,
para que ´todo asunto se resuelva con el testimonio de dos o tres
testigos”. Si se niega a hacerles caso a ellos, díselo a la iglesia, y,
si incluso a la iglesia no le hace caso, trátalo como si fuera un
incrédulo o un renegado. (Mateo 18:15-17).
Con mucha, mucha frecuencia, les he preguntado a personas
que han venido y me han presentado sus quejas en contra de
alguien: “¿Ya fuiste con esa persona y le has hablado acerca del
asunto?” Usualmente la respuesta es: “No, nadie se le puede
acercar”, o “No podría. No lo entendería”, o “Quería escuchar tu
opinión”. Jesús no contesta con ninguna de estas razones como
“salidas” para no obedecer a Su mandato. Antes de hablar sobre
alguien con una tercera persona, ora: “Señor, no me atrevo a
hablar con esta persona, pero quiero obedecerte. ¡Ayúdame!”.
Inevitablemente infectaremos a otros.
Hemos sido creados para ser comunidad. Lo que haces
tiene implicaciones de gran alcance que afectan a todas las
comunidades en las que tienes influencia. Cuando participamos
en un secreto profano o en un discurso divisivo, nos alineamos
con las obras y los caminos del diablo en lugar de las obras y los
caminos de Dios. ¿Qué está en juego? ¡Mucho! ¿Quién se puede
desilusionar por nuestra mentalidad cambiante? ¿Quién puede
unirse a ti, y caer en el mismo hoyo al que tú estás destinado?
¿Quién se desconecta silenciosamente y se va porque quiere
evitar el conflicto que se avecina? Si no estás seguro si tus
acciones son contagiosas en sentido negativo o no, ora, “Señor,
¿estoy infectando a otros a través del acuerdo con tu enemigo,
o estoy actuando de acuerdo contigo, ayudando a formar lazos
de unidad?”
“¡Cuan Bueno y cuan agradable es que los hermanos
convivan en armonía! Es como el buen aceite que, desde la
cabeza, va descendiendo por la barba, por la barba de Aarón,
hasta el borde de sus vestiduras. Es como el rocío de Hermón
que va descendiendo sobre los montes de Sión. Donde se da esta
armonía, el Señor concede bendición y vida eterna” (Salmos
133:1-3).
Y ese es el punto de vista de Dios de la bendición que viene de
vivir Sobre la Mesa.+