“Y mientras estas en ello,
preguntándote si estás
siendo amoroso, considera
esto: “El amor no perjudica
al prójimo. Así que el amor
es el cumplimiento de la ley”
(Romanos 13:10).
Septiembre 2020 — pg. 19
Por tres años yo viví a 45 minutos de Atlantic City, una
ciudad turística en el sur de Nueva Jersey. La simple mención
de esa ciudad trae a mi mente casinos y bares. En efecto, la
ciudad ocupó el segundo lugar entre las más pecaminosas
de los Estados Unidos en 2016, de acuerdo con Trulia, una
página de bienes raíces, en línea.
Estas características por sí solas levantan sospechas sobre
Atlantic City y sus operaciones, de no ser legítimo, honesto
y abierto.
Pero Atlántic City es un lugar, no una persona.
Pongamos nuestra atención en la gente—en particular los
cristianos. ¿Estamos operando “sobre la mesa”?
“Sobre la mesa” es una frase arraigada en el mundo de
las apuestas. De hecho, la frase había sido relacionada con
el juego justo de cartas. En otras palabras, para evitar la
sospecha de hacer trampa, una persona se aseguraba de
que sus cartas estuvieran más arriba del nivel de la mesa de
juego, de acuerdo a Word-detective.com.
Como creyentes en Dios, debemos brillar con nuestra luz
en las tinieblas. Debemos ser ese ejemplo de Jesús que otros
tal vez nunca vean.
¿Pero ese eso posible con todo el desorden que hay en las
clases sociales, especialmente Facebook, en estos tiempos?
¿En qué consiste una discusión justa y honorable? ¿Qué se
puede lograr bajo una nube de sospechas?
COVID-19 ha sacado a la luz los verdaderos colores de
las personas. Yo veo algunos hermanos cristianos proferir
insultos, que no mencionaré aquí porque son palabras
demasiado desagradables y se me tuerce el estómago
compartirlas. Las personas de ambos lados del espectro
político están haciendo lo mismo, publicando cualquier
artículo que pueden encontrar para hacer su punto.
¿Pero estamos realmente haciendo valer nuestro punto?
¿Qué vamos a ganar? Yo tengo dudas de que estemos sobre
la mesa.
Más bien, estamos operando con nuestras propias
fuerzas, en nuestras propias preferencias y en nuestra propia
intuición.
En las redes sociales—y en la vida—debemos proclamar
nuestra vida como una plataforma para Dios. Para muchos,
la plataforma se está usando para pasar por alto a Dios.
Aquí tenemos lo que yo veo que se está consiguiendo:
rudeza, desánimo, comentarios vanos que no van a cambiar
al mundo, menos la mente de alguno. ¿No somos mejores
que esto?
Cristo murió por nuestros pecados, ¿y así es como lo
representamos ante la familia y amigos?
Filipenses 1:21 declara: “Para mí, el vivir es Cristo y el
morir es ganancia”.
¿Dónde quedó el amor? ¿Dónde quedó la compasión?
Juan 15:12 declara: “Y este es mi mandamiento: que se
amen los unos a los otros, como yo los he amado”.
1 Juan 4:8 dice: “El que no ama no conoce a Dios, porque
Dios es amor”.
Necesitamos detenernos, pensar e investigar—y antes que
nada, ser cuidadosos.
Piensa en esto cuando publiques algo en Facebook (o
digas o hagas cualquier cosa, de hecho). ¿Esta acción hará
alguna diferencia? ¿Esta publicación impactará la eternidad
de alguno? ¿Estaré reflejando a Cristo delante de los demás?
Si la respuesta es no, entonces es posible que sea tiempo de
que reconsideres tu acción. Es posible que sea tiempo de dar
un paso hacia atrás, orar y permitir que entre el amor.
1 Corintios 16:14 dice: “Hagan todo con amor”.
Y mientras estas en ello, preguntándote si estás siendo
amoroso, considera esto: “El amor no perjudica al prójimo.
Así que el amor es el cumplimiento de la ley” (Romanos
13:10).
De modo que, para continuar con el tema del juego de
cartas, la siguiente vez que seas tentado a “jugar” una espada,
un as de bastos o un diamante, considera lo que sería sacar
un corazón. Un corazón, escrito en hebreo como בֵל , que
significa “literalmente, el órgano vital que bombea sangre,
pero también es visto como el asiento del pensamiento; la
mente”, según lo explica ancient-hebrew.org.
Colosenses 3:12 declara: “Por tanto, como elegidos de
Dios, santos y muy amados, vístanse con un corazón de
misericordia, amabilidad, humildad, gentileza, y paciencia”
(traducción libre).+
Alex Davis, de Bradford, Pennsylvania,
es director de operaciones del ministerio
en Iglesia Brazos Abiertos y un candidato
ministerial local que persigue la ruta hacia
diácono. Él ha estado involucrado en el
ministerio desde 2016 y también ha trabajado
en periodismo en Pennsylvania y Nueva
Jersey. Está casado con Samantha, y tienen
dos pequeños felinos (hijos).
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