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hemos examinado
cómo el profeta
definió el plan de
Dios como un patrón.
Ahora veremos cómo
Jeremías identifica el
plan como un esquema, que
WordNet de la Universidad de
Princeton define como un “plan de
acción elaborado y sistemático”.
Al considerar lo que Dios quería que Israel hiciera por
medio de Su esquema elaborado y sistemático, por lo menos
en la superficie, observamos que el plan no parecía tener
mucho sentido para la audiencia elegida en los tiempos
de Jeremías, ni tiene sentido inicialmente para los lectores
de hoy. Escuchamos las instrucciones que el profeta le dio
a Israel en representación del Señor – específicamente las
instrucciones que se encuentran en Jeremías 29:7: “Busquen
el bienestar de la ciudad a donde los he deportado, y pidan
al Señor por ella, porque el bienestar de ustedes depende del
bienestar de la ciudad”.
¿Por qué las personas estando cautivas en un país extraño
en contra de su voluntad buscarían el bienestar de la ciudad
perteneciente a sus captores? La respuesta es que, por ellos
mismos, ellos no elegirían nada que fuera en beneficio de
sus captores. Esto aparentemente se basa en lo que leemos
sobre la actitud del pueblo de Dios: “Junto a los ríos de
Babilonia nos sentábamos, y llorábamos al acordarnos de
Sion. En los álamos que había en la ciudad colgábamos
nuestras arpas. Allí los que nos tenían cautivos nos pedían
que entonáramos canciones; nuestros opresores nos pedían
estar alegres; nos decían: ´Cántennos un cántico de Sion´,
¿Cómo cantar las canciones del Señor en una tierra extraña?
(Salmos 137: 1-4).
De una manera irónica, Dios estaba usando la fortaleza
espiritual de Su pueblo que estaba en cadenas para liberar
espiritualmente sus opresores físicos que estaba encadenados
por los tentáculos del pecado. Sin embargo, de una manera
aún más irónica, Dios también estaba usando la cautividad
física de Israel como una acusación en contra de su propia
oscuridad espiritual, que en primer lugar era claramente
responsable por llevarlos a la servidumbre.
En el capítulo 17, Jeremías señala los pecados del pueblo
de Dios: “Nada hay tan engañoso como el corazón. No
tiene remedio. ¿Quién puede comprenderlo? ´Yo, el Señor,
sondeo el corazón y examino los pensamientos, para darle
a cada uno según sus acciones según el fruto de sus obras´”
(vrs. 9-10).
Desde que Israel había buscado la protección contra
fuerzas extrañas, demostró estar más que dispuesto a ofrecer
lealtades no santas, que descansaban en gran parte sobre la
fuerza militar y la fuerza de aquellos quienes ellos percibían
que eran invencibles. El verdadero desafío de los israelitas
era que ellos andaban en la esclavitud, la idolatría espiritual,
y el adulterio. La esclavitud resultó ser la herramienta que
le permitía a Dios demostrar la pobreza de Su pueblo.
Posiblemente, de una manera similar, el COVID-19 ha
aparecido de manera muy inconveniente para exponer al
pueblo de Dios a nuestro pecado espiritual del racismo.
Así como el pueblo de Israel estaba caminando en la
oscuridad de su pecado, parte del pueblo de Dios parece
estar demasiado cómodo buscando la seguridad percibida,
privilegio y protección que disfrutan de una afinidad
nacionalista a ser nacidos de raza blanca. Por supuesto, ser
blanco no es el pecado, pero es pecado colocar el privilegio
y ejercer el poder de ser blanco al excluir a las personas de
color de disfrutar del privilegio o el poder – especialmente
cuando estas cosas se hacen sistemáticamente para provecho
de los que disfrutan ser de raza blanca.
¿Qué tan engranada es esta filosofía en la cultura
occidental? El racismo permanece en la base de una cultura
y sociedad con un núcleo de colonialismo, que procura
controlar y conquistarlo todo y a todos no como los que
ejercen control del sistema de ellos. Habiendo nacido en este
sistema y filosofía, según mi opinión, es lo que permite a
tantas personas blancas vivir engañados pensando que no
son culpables de lo que ha sucedido en el pasado o la manera
en que son las cosas el día de hoy. El engaño más triste es
que hermanos y hermanas blancos que afirman pertenecer
a la “familia de Dios”, pero abiertamente se identifican por
partido político, y algunas veces por conceptos nacionalistas
blancos del ala derecha radical que es rechazada por todo lo
que no es blanco.
Podría usar muchos ejemplos aquí, pero el verdadero
asunto en el texto nos ruega que permanezcamos enfocados
en el hecho de que Dios ve el malvado intento de nuestros
corazones. Además, así como el propósito de la cautividad
de Israel era la transformación de sus corazones, creo
que Dios está utilizando ahora el COVID-19 como un
llamado de alerta a todos los que pertenecen a la familia
de Dios para desterrar el racismo en la iglesia. La iglesia
es el cumplimiento del patrón que Dios inició con Noé.
Es la única institución indestructible que puede soportar
cualquier tormenta terrenal.
Antes de hablar del remedio de Dios para la condición
en Babilonia, y, lo que yo percibo que es el remedio para
la iglesia de hoy, escuchemos lo que Dios le dijo a Jeremías
cuando fue enviado a la casa del alfarero: “Baja ahora mismo
a la casa del alfarero, y allí te comunicaré mi mensaje” (18:2).
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