Julio 2020 — pg. 15
el tiempo; el estudio, la memorización y la meditación en
las Escrituras son tres de ellas. Estas prácticas, igual como
cualquier otro hábito, se pueden sentir al principio como
que es demasiado trabajo. Sin embargo, es críticamente
importante recordar que cuando es difícil de concentrarnos,
Dios desea unirse con nosotros y puede aclarar el desastre de
nuestras mentes a fin de ayudarnos a ver y encontrarlo en la
Escritura. Por ejemplo, cuando yo reconocí que clasificar mis
lápices de colores era mi manera de ordenar el universo, fui
honesta con Dios.
¿Qué si yo tomara cada uno de mis lápices de colores y
con ellos recordara al gran Dios que en verdad es el que tiene
el control del caos? Con cada lápiz de color, y le permito
representar mis pensamientos de ansiedad, los coloco en
una pila y dejo mis preocupaciones a Dios. Yo le digo: Dios,
con este color violeta, recuerdo tu promesa de mostrar Tu
poder, así que te ruego que vengas ahora y pongas tu paz en
mi angustiado corazón. Dios, con este laser limón, recuerdo
que Tú sanas, así que te pido ahora mismo que vengas y sanes
mi amiga que tiene COVID-19. Dios, con este color azul
de batería cargada, yo recuerdo que Tú creaste un mundo
hermoso y que, al final, Tú harás nuevas todas las cosas, así
que ¡comienza con mi mente ahora mismo!”
Este tipo de recuerdo, de oración, de meditar en la bondad
de Dios, y la grandeza trae calma porque yo sé que puedo
confiar en este Dios.
Hay algunos Salmos que he memorizado, y estoy agradecida
por eso. En cualquier tiempo y en cualquier lugar, puedo traer
a la mente lo grande que es Dios, porque he memorizado el
Salmo 145: “Grande es el Señor, y digno de toda alabanza,
su grandeza es insondable. … Se hablará del esplendor de tu
gloria y majestad, y yo meditaré en tus obras maravillosas”
(Salmos 145:3-5).
Puedo poner rápidamente mi mente en el cuidado íntimo
de Dios por mí mientras recuerdo el Salmo 23: “El Señor es mi
pastor, nada me falta” (Salmo 23:1)
Cuando me levanto de mi cama en una noche de insomnio,
recuerdo lo que dice el Salmo 16: “Bendeciré al Señor. que me
aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. Siempre
tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará
caer” (Salmos 16:7-8).
Cuando hemos memorizado la Escritura, tenemos libre
acceso a la verdad de Dios en cualquier momento. Nos
daremos cuenta de que esa práctica llevará fruto para nuestra
vida de meditación. Tendremos mucho material para ordenar
nuestras mentes, y, con la práctica, se vuelve algo natural.
Si eres un principiante en esto, te recomiendo que te
sumerjas en los Salmos. Estos poemas y cánticos nos presentan
la verdad acerca de Dios. Tenemos presente un Dios poderoso,
glorioso, misericordioso y tangible. Estudiamos, meditamos
y memorizamos estas palabras a fin de poder tener la mente
de Cristo. Se requiere tiempo y dedicación. No se dará
simplemente por accidente. Puede ser tentador rendirnos si
no vemos resultados rápidos.
Es posible que esta sea una de las razones de que Jesús usara
un árbol como ejemplo de lo que es la bondad auténtica. Los
árboles recién plantados necesitan irrigación lenta y profunda.
De manera similar, los creyentes recién plantados en Cristo
necesitan largos períodos de tiempo con la Palabra de Dios.
No es suficiente escuchar un sermón a la semana y pensar
que eso sea todo lo necesario. Tener que permanecer en casa
puede darle tiempo como nunca antes para desarrollar hábitos
de estar en la Palabra de Dios que la vida anterior no tenía.
Como cualquier hábito saludable, la práctica y más práctica
son lo que se necesitará para formar el hábito. Pídale a Dios
técnicas creativas que se adapten a su vida particular.
Borrando los Desenganos
Tú y yo somos diferentes a aquellos que no están en Cristo.
Las mentes que continuamente están siendo transformadas
llevan fruto en todos los aspectos de la vida. Las mentes que
se están nutriendo en la Palabra de Dios notarán los sutiles
desengaños que nos atrapan y los borrarán. Los pensamientos
de cuán grande y bueno es Dios dan como resultado mentes
que de manera natural regresan a lo que es real y más confiable.
Si nuestras mentes están puestas en cosas terrenales, nos
veremos llenos de ansiedad, temerosos, irascibles y negativos.
Estamos orientando nuestras vidas en cosas, dinero, seguridad
y el control de otros. La Escritura claramente establece que
esto significa autodestrucción (Filipenses 3:19).
Sucede todo lo contrario para aquellos que están en Cristo.
La exhortación de Pablo de “concentrar sus mentes en las
cosas de arriba, no en las de la tierra” dará como resultado
una vida que se derrama en “afecto entrañable (compasión),
bondad, amabilidad y paciencia” (Colosenses 3:2, 12).
Las cualidades que proceden de tener mentes puestas en
Cristo nos hacen totalmente diferentes. Imagina lo que sería
si te parecieras a Jesús de manera tal que otros te vieran
con asombro. ¿Qué si tuvieras una mente renovada que te
hiciera tan fructífero en amabilidad y paciencia que después
de interactuar contigo, aún tu enemigo se rascaría la cabeza
y dijera: “¡No creo que esa persona sea real, pero con toda
seguridad me gustaría descubrirlo!”+
Roberta Mosier-Peterson, D. Min., es pastora
principal de la Iglesia Metodista Libre de
Gerry (Nueva York). Su disertación doctoral
en el Seminario Northeastern fue adaptada
a la “Experiencia Viva”, una película
documental que cubre las experiencias del
ministerio de mujeres pastoras. Visita fmchr.
ch/lived para el documental, y, pastortiedye.
blogspot.com, para otros de sus escritos.
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