Julio 2020 — pg. 9
mundo en sus quebrantos, de compartir nuestra comida
con los hambrientos, de vestir a los desnudos y levantar a
los quebrantados.
Dejar nuestros edificios en algunos casos nos ha enviado
al mundo con una nueva visión y una causa común con
nuestras comunidades. ¿Por única vez presionaremos para
reingresar en nuestros espacios de adoración? ¿Seguiremos
la misión de Jesús de “proclamar las buenas nuevas a los
pobres, libertad para los prisioneros y recuperación de la
vista para los ciegos? ¿Comenzaremos finalmente a tomar
como nuestro objetivo “dar libertad a los oprimidos”?
¿Podría ser este el año del favor del Señor? Si la iglesia
de Jesucristo despierta a la misión del reino de Dios en
nuestro momento desesperado en la historia, sin duda
experimentará el favor del Señor.
Nuestro momento también ha capturado un Nuevo
reconocimiento del pecado de racismo en nuestra cultura.
Los Metodistas Libres afroamericanos y otros pueblos de
color en nuestras iglesias han experimentado de primera
mano la injusticia de nuestra sociedad estratificada,
racializada a través de sus vidas. Los seguidores blancos de
Cristo se están concientizando cada vez más y comienzan
a unirse a la lucha por la justicia racial con lo que puede
ser el mayor vigor que jamás hayamos visto. Este es un
doloroso momento para muchos, a medida que nuevas
revelaciones salen a la luz y nuestra sociedad se polariza
como respuesta. Esto también puede ser un medio por el
que Dios nos santifica por medio de la verdad.
Como Metodistas Libres, afirmamos creer que el racismo
es un pecado al que estamos comprometidos a combatir.
En la práctica, escuchar respetuosamente en este momento
nos enseñará que no solo nuestro silencio ha contribuido
al problema del racismo fuera de la iglesia, nuestra ceguera
ha dañado también a nuestros hermanos y hermanas en la
iglesia. Nosotros no tenemos que dañar intencionalmente
a nadie, o ser personalmente ásperos en participar en
patrones que perpetúen el daño y limiten las oportunidades.
Estimulados por nuestra crisis presente, hay historias
surgiendo de nuestros sufrimientos largamente ignorados
y una discriminación largamente aceptada. Este puede
ser un momento Kairos – una oportunidad divina para el
cambio. El favor del Señor puede descansar en la iglesia
que se humilla a sí misma para aprender, arrepentirnos por
nuestra parte en sistemas destructivos. Dios ha visto este
mal todo el tiempo. Al comprender las divisiones raciales
por lo malas que ellas son y vencerlas por medio de la obra
reconciliadora de la cruz, ingresamos en la obra del reino.
La lectura de Jesús, de Isaías a menudo ha sido llamada
el manifiesto de Su reino. En él, Él declara que ha llegado
el tiempo para la recuperación de la vista de los ciegos y
de dar libertad a los cautivos. ¿Podrá ser que la ceguera
que Jesús quiere sanar en 2020 en nuestros propios ojos? Es
posible que Su corrección nos pueda dar una visión 20/20.
Nuestros fundadores interpretaron “dándoles la libertad
a los oprimidos” como un llamado a la emancipación
de esclavos. Es tiempo que nosotros, sus descendientes
blancos, invitemos y participemos en la total liberación de
los oprimidos en nuestro propio tiempo y lugar.
Inspirados por la Palabra santificadora de Dios, podemos
imaginar la gloriosa escena de una multitud totalmente
diversa adorando en torno al trono de Jesús según se
describe en Apocalipsis 7:9a: “Después de esto miré, y
apareció una multitud tomada de todas las naciones,
tribus, lenguas y pueblos; era tan grande que nadie podía
contarla, estaban de pie delante del trono y del Cordero”. Y
restaurada nuestra visión, podemos vencer divisiones de
raza y de clase en nuestras propias expresiones locales de
la iglesia, experimentando una probadita de esa gloriosa
escena.
El hermoso balance de Jesús de “en él, no de él”,
necesitaremos ser llenos con el Espíritu, peleando la batalla
con armas espirituales y corazones purificados. Que Dios
nos guíe para ser una respuesta a Su oración. +
“¿Cómo
discernimos la
verdad de la
Palabra de Dios
para nuestro
tiempo?”
La Obispa Linda Adams, D.Min, fue
elegida a la Junta de Obispos en la
Conferencia General de 2019 después
de servir 11 años como directora de
ICCM. Anteriormente ella sirvió
como pastora en Nueva York, Illinois
y Michigan. Como obispa, ella
supervisa los ministerios Metodistas
Libres en las porciones Norte y Norte
Centro de los Estados Unidos, y
también en Latinoamérica.