Agosto 2020 — pg. 27
“A todos nosotros, jóvenes,
ancianos y los de edades
intermedias, ¿juzgas con
base en lo que piensas
que dice la otra persona,
o has dedicado el tiempo
apropiadamente para escuchar
y aprender del corazón?”
Los silos eran comunes cerca de mi hogar infantil
rural del oeste de Nueva York. Estas estructuras masivas
de concreto, son magníficas para almacenar granos y
mazorcas, pero cuando están vacías, son cámaras de eco.
En un silo vacío, puedes escuchar tu propia voz haciendo
eco repetidamente pero no puedes escuchar a los que
están fuera del silo. Los silos en la iglesia son círculos de
amigos que piensan y actúan igual que nosotros, con ecos y
reverberación de nuestros ideales y conceptos sobre cómo
deben funcionar las cosas. Eso puede resultar cómodo,
pero limita el alcance de la iglesia.
Las mesas son lugares de reunión. Tener un lugar en la
mesa es señal de bienvenida, de aprecio, de inclusión, y
de invitación a participar en la conversación. Una de las
experiencias más desagradables que uno puede tener es ser
invitado a una mesa, pero sin hablar y sin que alguien te
dirija la palabra.
Iglesia: necesitamos mesas, no silos.
¿Pero de qué hablamos en la mesa? Para muchas personas
mayores, el rol tradicional es corregir a los “chicos” en
la mesa. No son contribuyentes, sino oportunidades de
instrucción y corrección, a menos que sean enviados a la
mesa de los niños. Y volvemos de regreso en los silos. ¿Son
los niños los que necesitan corrección? ¿Están los adultos
más allá de la necesidad de ser reprobados, de ser humildes,
o de la instrucción?
Iglesia: necesitamos una cultura de conversación, no una
cultura de corrección.
Nuestros cristianos más jóvenes tienen una pasión por la
sanidad en nuestro mudo (algunos de los ancianos que leen
esto están moviendo la cabeza). Ellos quieren ver a Dios
“cabalgar victorioso en nombre de la verdad, la humildad
y la justicia” (Salmo 45:4). Imagina a todas las edades en la
misma mesa, conversando sobre la verdad, la humildad y
la justicia – abriendo nuestros oídos y corazones unos con
otros mientras juntos abrimos las Escrituras.
Nuestros cristianos mayores tienen una pasión por los
fundamentos de su fe, el tesoro de nuestro legado en la
iglesia, y el deseo de dejar una herencia (algunos de los más
jóvenes están abriendo los ojos bien grandes). Se preocupan
por la pérdida de lo que más han querido y escuchado a Dios
decirles: “Menosprecian mis objetos sagrados, profanan
mis sábados” (Ezequiel 22:8). Imagina las distintas edades
a la mesa, conversando sobre la santidad, la reverencia,
asombro e interrogación – abriendo nuestros corazones
unos con otros mientras juntos abrimos las Escrituras.
A todos nosotros, jóvenes, ancianos y los de edades
intermedias, ¿juzgas con base en lo que piensas que dice
la otra persona, o has dedicado el tiempo apropiadamente
para escuchar y aprender del corazón? ¿Conoces las
experiencias e historias del otro, o sólo haces juicios sobre
el otro sin antes informarte?
Iglesia: necesitamos interactuar con, y entender a los de
otras generaciones.
En Hechos 2:17 leemos que “tendrán visiones los jóvenes
y sueños los ancianos”. Tú que eres mayor, ¿qué sueños de
los que estás enterado tienen los jóvenes y te emocionan?
¿Tú que eres más joven, ¿qué visiones tienen los ancianos
que están entre ustedes, de los que estás enterado y te guías
por ellos? ¿No es el Uno y el mismo Espíritu de Dios lo
mismo en las visiones de los ancianos y en los sueños de
los jóvenes? ¿Está Cristo en un silo, dividido, segregado?
Salgamos de nuestros silos e invitemos a todas las
generaciones a la mesa. A la mesa, escuchemos, aprendamos,
soñemos y compartamos con corazones y oídos abiertos.
Oremos y escuchemos juntos a Dios. Participemos en el
ministerio juntos. Estimemos y valorémonos unos a otros.
Amén.+
Brett Heintzman es el editor general de Luz y Vida por medio de su rol como director de comunicaciones
de la Iglesia Metodista Libre – USA, donde sirve también como sub-director del Ministerio Nacional de
Oración. Visita freemethodistbooks.com para adquirir sus libros: “Llegando a ser Persona de Oración”,
“Pueblo Santo” (Volumen 1 de la serie “Vital”), “Jericó: Tu Peregrinaje a la Liberación y a la Libertad”, y
“La Encrucijada: Preguntando por las Sendas Antiguas”.
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