Gracia
Santificadora:
Proclamación de Dios
sobre Emancipación
Cuando imparto cursos sobre el libro de Romanos en mis clases de la Universidad de
Spring Arbor, la mayoría de los estudiantes comprenden la gracia salví!ca y por qué es
importante que Dios ofrezca perdonar nuestros pecados. Sin embargo, parecen tener problemas
con el concepto de la gracia santi!cadora. ¿Por qué es tan necesario que Dios nos ofrezca el
poder sobre el pecado y de vivir vidas santas? He descubierto dos analogías útiles para que los
estudiantes capten cómo estas dos ideas se complementan.
La Regla de la Galleta
Recuerdo que mi mama solía hornear galletas cuando yo era pequeño. Mi hermano y yo
abríamos la puerta y entrábamos al llegar de la escuela, y captábamos en el aire el aroma de
las galletas de chocolate. Nos emocionaba la expectativa. Luego ella nos decía que las galletas
estaban prohibidas hasta que hubiéramos comido: “No quiero que se les quite el apetito”.
¿Qué pasaba después? Queríamos comernos las galletas pero no queríamos esperar. Antes
de entrar a la casa, no teníamos ningún deseo de comer galletas, pero en cuestión de minutos
estábamos tratando de tomar una galleta sin ser descubiertos. ¿Qué fue lo que cambió? Fue la
regla de “no comer galletas hasta después de comer”.
Si éramos descubiertos, ¿no sería lógico que culpáramos a nuestra madre por la transgresión?
Yo podría argumentar con ella: “Si no hubieras puesto esa regla, en primer lugar yo nunca
habría sentido el deseo de las galletas”.
Esa es la misma pregunta que Pablo hace en Romanos 7:7: “¿Qué concluiremos? ¿Que la
ley es pecado?” Y luego responde en el siguiente versículo: “Pero el pecado, aprovechando la
oportunidad que le proporcionó el mandamiento, despertó en mí toda clase de codicia”. El
problema no estaba en la regla de mi madre. Estaba en el “monstruo de la galleta” que había
dentro de mí.
¿Con cuánta frecuencia nos sentimos más abrumados con la expectativa de recibir el castigo
por comernos la galleta que con la parte de nosotros que sigue deseando comerse la galleta?
Necesitamos que Dios nos salve de las dos.
pg. 19 — revistaluzyvida.com
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